Pilares del Manifiesto Ágil.
1. Valoramos más a los individuos y su interacción que a los procesos y las herramientas.
Este es el valor más importante del manifiesto.
Se debe tener presente que los procesos ayudan al trabajo, son una guía de operación; y las herramientas mejoran la eficiencia, pero hay tareas y actividades que requieren talento y humanidad, necesitan personas que lo aporten y trabajen con una actitud adecuada.
La producción basada en procesos persigue que la calidad del resultado sea consecuencia del conocimiento explicitado en los procesos, más que en el conocimiento aportado por las personas que los ejecutan. Sin embargo en desarrollo ágil los procesos son una ayuda, un soporte para guiar el trabajo, la defensa más acérrima de los procesos afirman que con los procesos se pueden conseguir resultados extraordinarios con personas mediocres, y lo cierto es que este principio no es cierto cuando se necesita creatividad e innovación.
2. Valoramos más el software que funciona que la documentación exhaustiva.
Poder anticipar cómo será el funcionamiento del producto final, observando prototipos previos, o partes ya elaboradas ofrece una retro alimentación estimulante y enriquecedora, que genera ideas imposibles de concebir en un primer momento y difícilmente se podrían incluir al redactar un documento de requerimientos detallados en el comienzo del proyecto.
El manifiesto Agile no descarta la documentación, sólo la de la documentación innecesaria es descartada; los documentos son soporte de hechos, permiten la transferencia del conocimiento, registran información histórica, y en muchas cuestiones legales o normativas son obligatorios, pero su relevancia debe ser mucho menor que el producto final.
La comunicación a través de documentos no ofrece la riqueza y generación de valor que logra la comunicación directa entre las personas, y a través de la interacción con prototipos del producto; siempre debe preferirse reducir al mínimo indispensable el uso de documentación, que involucra esfuerzos, sin aportar un valor directo al producto final. Si la organización y los equipos se comunican a través de documentos, además de ocultar la riqueza de la interacción con el producto, forman barreras de burocracia entre departamentos o entre personas.
3. Valoramos más la colaboración con el cliente que la negociación contractual.
Las prácticas ágiles se aplican para productos cuyo detalle resulta difícil visualizar y estimar en las etapas iniciales de los proyectos; y si se detallara al comenzar, el resultado final tendría menos valor que si se mejoran y precisan con retro alimentación continua durante el desarrollo; también son apropiadas cuando se prevén requerimientos inestables, por la velocidad de cambio en el entorno de negocio del cliente o por otros factores externos a los proyectos.
El objetivo de un proyecto desarrollado bajo un método ágil no es controlar la ejecución conforme a procesos y cumplimiento de planes, sino proporcionar el mayor valor posible al producto y al cliente.
Resulta por tanto más adecuada una relación de implicación y colaboración continua con el cliente, más que una contractual de delimitación de responsabilidades funcionalidades, plazos y alcances.
4. Valoramos más la respuesta al cambio que el seguimiento de un plan
Para desarrollar productos de requerimientos inestables, que tienen como factor inherente el cambio y la evolución rápida y continua, resulta mucho más valiosa la capacidad de respuesta que la capacidad de seguimiento y aseguramiento de planes.
Los principales valores de la gestión ágil son la anticipación y la adaptación, diferentes a los de la gestión de proyectos ortodoxa: planificación y control que evite desviaciones del plan.